Sentado a la orilla, de un mar esplendente,
la pura sonrisa, la suave incontinencia,
la gime diciendo, vario en demencia,
el corazón sangrante, la razón de mente.
Y no siento distante, ni el amor prudente,
las cosas pasan por ser la vida atenta,
y no hay quien, por amor, el dolor inventa,
y no hay quien, por soñar, despertar fomenta.
Ahora muñeca, que mis manos tocaron,
ya se fueron de tu almohada, las nociones de ausencia,
porque no hay besos míos que buscando tu esencia
sobre el alma encendida de tus manos volaron.
Ariana en el corazón.
LENIDAD DE VERSOS
EstertoR de AmoR
Abril - 2008