El pequeño miraba,
entre la selva de murmullos
a su torso emplazada,
la magia del hombre sabio
que entre sus manos
las cartas barajaba.
Y hubieses visto,
la multiplicidad
de sus carcajadas,
abertura implacable
de aves migratorias
en cada pasada.
De ver su expresión,
a lo lejos, eclipsaba,
como la luna al sol
como la marea
a cada hora señalada.
Sin dudas creía
las fábulas
y sus coartadas,
el as en su
fina estampa..
no cualquiera!
el as de espadas.
Porque de cada aventura
que los años
aglutinaban,
la voz de la sabiduría
era aquella
que el pequeño miraba!