Cuando paseas tus ojos casi dormidos,
en el panorama derretido de mi mirada.
Mi corazón, en sigilo y silencio,
le pregunta a mi alma enamorada:
¿ Sabrá la pasión que despierta el vuelo de sus pestañas ¿
A veces siento que necesito tocarte, palpar tu energía,
para que mis ojos de nube no te crean una ilusión
o una mueca irónica de la fantasía óptica.
Cuando lo hago, siento que eres tu, mujer mia,
la que desfila a cotidiano con mirar inclaudicable.
Te amo casi al borde de lo obstinado de la hierba, y
de pronto fluye mi amor, como en marea tierna,
con tono impoluto, de ola insoslayable.
Cuando el día se hace noche, y la noche
se hace silencio, te abrazo y las grises raíces
de todas las penas diarias se derraman
en nuestro habitáculo de amantes cómplices.
Todo es tolerable en nuestro amor de diálogo.
La rabia muta con el habla cuando dices, y
las heridas sanan cuando escuchamos.
La tolerancia en el habla minimiza toda mísera humanidad.
No es un secreto que el amor es una casa,
que se construye al ladrillo diario de los gestos y las palabras
no alcanza solo la pasión, ni un cuento de hadas,
para mantener el fragor del amor perpetuo.