Cosas de la vida, momentos de espesura,
pequeños ramilletes de risas encontradas,
y el submundo atroz que deshoja la ternura
volcando en un mendrugo el dolor de mi mirada.
Cosas de la vida, y el hambre mi pueblo,
esclavitud encubierta de solaz impertinencia,
voces de promesas que hoy escucho y suelo
tener la inmadurez de mi bella adolescencia.
Cosas de la vida, y el derroche en cada vereda
el fulgor de la gente y su bronca contenida,
y en mi alma la angustia de saberme como era
cuando peleaba en pos de libertades intuidas.
Y hoy me siento a mirarlos tan profundo
que no creo en sus palabras de fantasía,
son las voces de aquellos atroces submundos
que a mi pueblo denigran, por esas cosas de la vida.