Tenía una herida en mi pie enquistada
una fábula de algún mito perdido
el cuatro de bastos en alguna mirada
y un triunvirato de un sexto sentido,
el otro bastión del fuerte olvidado
la frente marchita de una vuelta azarosa
la marcha en el alma y aquel pecado
de haber roto tus jardines de rosas,
tenía un amor anclado en Marbella
y otro en una, libustrina asesinado,
elípticos romances tenía y la estrella
que a cada rato me hacía su esclavo,
tenía un formol en mis sienes clavado
y el canto de un cisne en cada delirio
la sangre de octubre tenía y callado
el quiero de un truco en cartas de vidrio,
un síncopa austero, una pena ficticia
el buen asesino de nubes de plata
las armas del diablo, el beso sin prisa
que nunca te dí y siempre me mata,
tenía las dudas de tantas certezas
y el don de callar por cuatro centavos
la sonrisa de un juglar y la grandeza
de vivir paralelo por jugar al pasado,
tenía una autógrafo de sandokán en la mano
y los dedos del ladrón del ocaso,
el eclipse de mar con don juanes de barro
y un alquitrán altivo con olor de fracaso,
una guitarra, un oxford y un centinela
que rodeaba precoz el verde del prado
con mixtas variantes y un siempre de espera
y el hasta pronto de aquel tren imantado,
tenía la pronta debilidad de la abstinencia
y la marca a fuego de nobles y plebeyos
el grito de una plaza y la concupiscencia
de alguna fortuna robada al destello,
y aún teniendo la caída apresurada
envuelta en falacias de puro resabio
se que me muero por inventarte bocanadas
y surcar los mares que desprenden tus labios!