Así embellecida cual un perfume
de paz, la prisa se aquieta en la tarde,
la fuente canta de ilusiones calmas,
se idealiza la mujer ensoñada,
la sonrisa envuelve el alma de encanto,
el amor se expande cual una ola
centellante, y dulce como el silencio.
Cuando calla el viento en el atardecer,
aparece en el parque su espíritu
de presente eterno, nimbo brillante,
en la esencia de rosas inmortales,
o el aroma de flores luminosas.
En los recuerdos de tiempos felices,
que viven para siempre en la memoria,
y se volverían marchitos, sí Dios,
no los recreara todos los días,
como a la naturaleza, de gracia.
Lupercio de Providencia