Tomé el teléfono, quién diria,
que de mis ojos,
millones de lágrimas ese día brotarían.
Cuánta angustia, cuánto dolor
éste dolor que es ya, eterna agonía.
En el amparo de la tarde, tu me heriste,
la desgarradora herida de muerte,
será ahora mi eterna compañía...
Me encuentro aterrado y debastado,
es una tortura pensar, que cada beso tuyo,
que cada "te amo" que de tu boca salía,
pudo ser la peor de las mentiras.
Si supieras cómo me encuentro, seguramente,
lágrimas de sangre correrían ahora por tu mejilla
Has hecho mil pedazos mi corazón.
Hoy, cada una de tus breves palabras,
cada una de ellas, cada sílaba, cada letra,
se adentraron en mi corazón como espinas
espinas de esa hermosa rosa roja,
que fué nuestra relación.
Hace dos días, como en muchos otros,
te dije que te amaba,
respondiste tu con cariño,
que también me amabas,
que era tu amor tan inmenso y hermoso...
Hoy terminaste conmigo.
Decías que me amábas, ¿y ahora qué?
Hoy, sin más remordimiento,
me llamaste por teléfono,
me informáste que hoy no podría verte
que acompañarías a tu madre,
que tu y ella, juntas saldrían;
pregunté entonces, que a dónde saldrían
de pronto, una absurda evasiva;
simplemente repetiste:
que con tu madre tu saldrías
No me gusta discutir, te dije que no había ningún problema
que yo verdaderamente comprendía, pero,
el deseo de seguir escuchando tu vos me dominaba,
y tristemente la platica yo extendía.
Después, súbitamente me dijíste:
que teníamos que terminar;
estaba aterrado, sentía que moria,
que mis oidos, fluidamente desangraban,
toda la fuerza y el caracter que siempre me acompañában...
aterrorizados ellos me abandonában
Mientras tu decías, que mucho daño nos hacíamos,
que mucho dolor nos causábamos,
mi corazón en mil pedazos tu rompias,
Mientras hablábas,
mientras decías,
que nuestra amistad, siempre existiría...
agonizando, aterrado y debastado,
de mis ojos, un mar de lágrimas de sangre fluían.
Mi alma, desangrada, desgarrada, aterrada y mutilada,
tristemente lo aceptaba, pues de ti no me aferraría.