Hoy las noches son largas, los días cortos, el frío intenso.
Hoy, ya no hay duelos que resolver,
penas que remediar, sombras que iluminar.
Hoy las lágrimas se han hecho piedras
los cauces se han quedado vacíos, los ojos secos.
Hoy, huérfanos, han quedado muchos corazones afligidos
detenidos por la pena al verse sorprendidos.
Hoy las paredes de las criptas miran con recelo estupefactas
pues no viene quien siempre acompaña al dolor.
Hoy los cipreses de los cementerios
presentan armas orgullosos a La Reina del Aliento.
Hoy la pena, la madre de las penas
ha gritado al cielo con voz desgarradora:
-¡Que todos los corazones doloridos guarden silencio!
-¡Qué los pañuelos mojados hagan descanso!
-¡Que las aulas vacías guarden sus palabras!
-¡Que los bancos mudos recojan sus legados!
-¡Que las rosas blancas tapicen las nubes de blanco azucena!
Porque hoy, hasta el cielo han llegado las penas,
de tantos y tantos, que sobre ella pusieron.
Hoy en la tierra ya no quedan penas.
Todas las lleva consigo, guardadas en su alma,
sobre sus hombros, posadas como abrigo,
La Reina de la Paz.