Yo suelo amar la luz, lo luminoso,
los espacios abiertos, tu mirada,
el fulgor de los astros, la hondonada
y del viento el correr vertiginoso.
Y suelo al corazón darle reposo
haciéndolo fingir su retirada
y al alma mantener configurada
en un silencio escaso y peligroso.
No obstante, tan lejana te presiento,
tan fuera de mi alcance, tan arcana,
que temo te deshagas en las sombras.
Por eso yo te nombro mi alimento,
mi fuerza, mi energía soberana
y vuelvo a renacer cuando me nombras.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC