Triste el dia, al sol naciente, rojo de ira,
melancolia en las palabras sin una leve sonrisa,
y al agua de mis mejillas les ruego una salida,
hacia la presión de mi corazón, hacia la vida.
No escucho los árboles silbar en mis adentros,
el camino es largo, con piedras de guerreros,
cansados mis pies, mi mente y mis ruegos,
llegando al final de la nada, llegando el tiempo.
Triste la noche que a la luna pierde su brisa,
luceros de faroles, que despuntan en mis colinas,
alcanzar quisiera esa felicidad tan escondida,
pintando cada segundo los colores con valentia.
No escucho el canto de pájaros, olvidando cuentos
mis manos se perdieron, en tus labios y besos,
nunca volví a soñar, con despertar de nuevo,
te fuiste con mi alma y corazón, sin devolverlos.