Me salgo fuera de mi a reflexionar
y aunque ibas conmigo te quedaste,
siento tu beso frio sobre los cascos del tiempo,
dejando escurrir sobre mí la lluvia triste
y vaya que en verdad hay ausencia.
Son tan silenciosos los latidos del pecho
cuando se tiene fatalidad en el mirar
y también son demasiadas las lágrimas
que se tiran para ahogar un recuerdo
que solo se dedica a flotar.
Sin alegría ni orgullo
no hay nada que salga bien;
¿Existe algo más necesario que la serenidad?
Esa que sume en la sombra a quien la olvida.
¿Qué poco es lo que basta para ser feliz?
Para dejar pasar tu noche obscura
que solo me acobija con mis lagrimas tiernas.