De agua está lleno el mar,
y este fluído me alarma,
hasta Dios lo usó como arma,
para, al hombre, castigar.
Jesucristo lo advirtió
y evitando otro aguacero,
en su milagro primero,
el agua en vino tornó.
Para las plantas, vital,
porque fertiliza la tierra,
y todas sus heridas cierra,
con un amor sin igual.
Dejemos al campo, pues,
para que a la flora exalte,
el agua, que no le falte,
para alimentar la mies.
Para mí, para beber,
no hay brebaje más divino,
que una copa de buen vino,
a la que pueda acceder.
por consiguiente, es mezquino,
no reconocer que es mejor,
como asegura el autor,
tomar, en vez de agua.vino.