Un día como cualquiera y de repente ¡él estaba frente a mí!,
Como un sueño inesperado que para mí parecía prohibido.
Ahí estaba él, con semblante triste lentamente caminaba,
Después un efímero segundo en que su mirada fue para mí.
Era una mirada indiferente y cansada, con un aire melancólico,
Que por un instante mi triste y atormentada vida iluminó.
No ofreció nada, ni siquiera me sonrió, tal vez ni a mirarme llegó
Pero el pequeño gesto de dirigirla hacia mí me reanimó.
Tal vez no vuelva a verla, no sabrá nunca lo que me dio
Cuando a punto de huir el apareció y esa mirada me cautivó
Tres segundos después desapareció, ¿A dónde irá? no sabré
Y para borrar esa tristeza que me alivió no estaré.
¿Qué será de esa mirada?, ¿Si no estoy para admirarla?
¿Quién apreciará todo lo bueno que la melancolía puede dar?
¿Quién será capaz de apreciar en ese segundo lo mejor de esa mirada?
Esa mirada triste y melancólica capaz de iluminar mi vida atormentada