Rasga mi oscuridad con tus estrellas.
con tus dos lucerillos encendidos,
y arranca de mi pecho los latidos
sincopados de dudas y querellas.
Te elegí como bella entre las bellas
y adherido a tu amor, los prohibidos
rincones del Edén, fueron los nidos
que gestaron pasiones y centellas.
¡Ay, mi pobre razón, en holocausto
se ofreció y sobrevino la locura,
al punzante aguijón de tus caricias...!
Nunca, nunca pensé que tan infausto,
desbordado placer, fuera la cura
y el venero de incógnitas delicias,
Heriberto Bravo Bravo SS.CC