El mar bullía de olas espumosas,
las gaviotas quedaron inmóviles en el cielo,
planeando contra el viento.
No pensaba...solo sentía...
Tu presencia se adueñaba del paisaje
y aún dolía la distancia...
Me escuchè a mí misma nombrándote en silencio,
sobreviviendo mi deseo al tiempo,
desafiando el sentir al pensamiento,
marcándose en mi vida tu recuerdo...
Entre paisajes de sueños y memorias,
ante el llanto desnudo de lo incierto,
se hace grito el deseo de mi cuerpo...
Y desde aquí, en el grito silencioso de un deseo,
sin mirarte, sin tocarte...eres mío y te poseo...