Te veo danzar,
frente al fluir constante de mis ideas,
como invitable rutina
de los viejos tiempos
y te inculco en la profundidad,
en la sublime profundidad de mi pensamiento,
como texto vital qué memorizar
y te analizo con actitud crítica;
pero me quedo en el intento:
las pasiones me obstaculizan,
esos halcones nocivos de la razón
me toman y me tratan cual títere,
sin más impulso que mi propio soplo,
mi propio soplo de vida.
Pasas y posas sobre mi intento
y quiero encontrar la antítesis
a estos círculos cerrados de sinrazón.
Así navego entre mil dudas,
contra la corriente, voraz rapidez
de los tiempois nuevos, mas me ahogo
en su violencia, su rápida rutina
de cada cotidianidad.
Y sigo deliberando contra mis prejuicios,
te quiero con sólo motivaciones sentimentales,
con las sublimes emociones del alma,
contra una razón que se empeña en triunfar
y su bélica acción me dificulta
la decisión final.