No quedan en mi esencia,los lamentos,
aquellos que un dia reclamé.
Sometido a la sustancia de los tiempos,
me resigno al ritual del abandono.
Destierro de mi cuerpo los deseos,
por los que antes me dejé llevar.
Levanto mis brazos ya vacíos,
para que se borre ya,la última memoria.
No busco los bronces de la piel,
ni la imagen que me llene de estupor.
Definitivamente me encierro en mi mutismo,
que habla solo, de lo que renuncié.
Me duermo en nebulosas de recuerdos,
recorriendo senderos en cuerpos inconstantes, los hechos que escucho en los silencios,
se pierden en trayectos de ilusión.
La mujer que yo quiero ,no existe,
es tan solo una representación,
que habita en delirios en mi mente,
quimera o utopía sin razón.