Quizás te extrañe, cuando el mágnetico
elemento de tu sinceridad atraviese el insólito
palpitar de mi alma, cuando te veo.
Quizás te extrañe, cuando seas recuerdo
y el beso de tus auroras me siga
persiguiendo en las noches de tu ausencia.
Quizás te extrañe, en el roce de tu cuerpo
y en la fragancia de tu extásis, perpetuo
al mirar de tus estrellas.
Quizás te extrañe, pero en definitiva, seré
el pasado consecuente de una larga
estirpe de despojos, que en mí, se desangran
cada vez que tu fantasma emerge de mis sueños.