Porque Virgilio?, me interrogastes, en tu lenguaje tenebroso, sombrio y frio, de gritos y llantos. Si tu nombre es otro, sentenciaste en tu lengua materna. Y yo, desde mi calida crisalida kafkiana, te enfoco y te miro, te enfoco y te admiro, como la rapaz neofita en su primera caceria. Y declamo, Virgilio me pariste, con ese beso vacio que aun me tiene atado a ti, Virgilio me pariste, cuando me arrojaste a las puertas del infierno, asi como arrojas la colilla de un pitillo, Virgilio me pariste, para dejarme esperando al Dante, que nunca va a llegar.