Tierra del Arrayán

¿Creías en la democracia?
Ah, no, nadie lo hace.
No hablemos de la pena de muerte,
sino de su felicidad.

Hablemos de lo libre que serás
cuando a la calle salga el militar,
al fin castigo al delincuente,
víctima del menoscabo colonial.

Que suban aún más las montañas
que por años han protegido
a los divinos elegidos,
a los de la tierra del arrayán.

Icemos las banderas al cielo;
ellas solo cobijarán
al que nació en este suelo,
piel de cobre, pelo de alquitrán.

El respeto es un derecho,
pero no para el que no es de acá.
Vocalicemos el odio en el himno,
¡que seguro lejos nos llevará!