Irè en mi caballo alado (mi Pegasus)
a buscarte Centauro...
a las altas montañas del Valle Celestial
donde habita el Nostradamus,
donde quizás al fín te pueda hallar
y en secreto, solos Tú y Yo,
sin más testigos que el cielo,
quizás te pueda por fín yo demostrar
cuanto, mi vida, te quiero...
Eres mi realidad, mi fantasía.
Caballero de sueños y emociones.
Eres la inspiración de mi Poesía,
el dueño indiscutible de todas mis pasiones...
Ya no lo dudes más, no desconfíes
de esta emoción que une a nuestras almas.
No ves que por dudar ya Tú no vives?,
dèjame que te brinde mi esperanza...
Ven dulce Centauro, acèrcate a mi orilla,
deja que te demuestre mi pasión,
deja que en tí yo siembre mi semilla,
entrègame por fín tu corazón...