Por un breve instante mi razón,
apagó mi corazón,
y en ese instante de lucides,
finalmente pude ver.
Que no importa cuanto intente,
o que tanto lo desee,
en tu vida no hay lugar
para un tonto perdedor.
Intente entrar en tu ser,
te juro que lo intente,
y al final solo logré,
desgastar hasta mi fé.
Levanté mi voz a Dios,
y solo el eco volvía,
diciendo que no eres tú
quién completaria mi vida.
Y aunque me cuesta en verdad
renunciar a mi fantasia,
de tenerte junto a mí,
por el resto de mi vida.
Solo te quiero decir,
que lo tomare tranquilo,
que esta es mi despedida,
te deseo lo mejor,
mi niña, amada mía.
¿Donde estas que ya no escribes? ¡ dinos que ha sido de ti!, es quizas que no pecibes el vacio que hay aqui.