Hubo un hombre que dejando su trono celestial decidió venir a rescatar al ser que más amaba: ¡El hombre!. Y cuando estuvo en la tierra, decidió hacer la voluntad de su padre, y como Hijo obediente, cada vez que sus enemigos le incitaban a desobedecerle, solía decir: “Por eso mi Padre me ama, por que hago siempre lo que a él le agrada. Este hombre a pesar de tener un corazón lleno de amor, fue intensamente odiado; tenía más enemigos que amigos, y sus principales destructores fue gente muy religiosa pero pecadora, que confiaban en que llevando una religión podían agradar a Dios y tapar sus horrible pecados que cometían contra él.
Este hombre hizo soñar a los pobres: Lleno de esperanzas a los sufridos y a los enfermos; a los que clamaban justicia, a los que habían perdido a sus familiares más queridos. Tenía siempre palabras dulces de aliento, amor, y compasión. Su trato con los que se acercaban a él fue siempre tierno, jamás se hallo en sus labios palabra mala, sino de consuelo y esperanza.
-“Un día- decía- un día estarán conmigo, en casa de mi Padre hay muchas moradas para ustedes, los traeré y así estaremos siempre juntos. ¡Volveré! -decía, verdaderamente hizo soñar a muchos. La gente miserable, indigente, considerados por otros como “escorias” pusieron su confianza en él, Hoy en día es igual: tiene millones de enemigos, pero a sus amigos se les cuenta con los dedos. Son pocos los que buscan su amistad, y nos llena de ilusión el saber que un día le veremos. ¿Sabes quien es este amigo? Este hombre es.
Marco Senmache Rodríguez - Perú