La plena vagancia de una acrópolis que
subyace, bajo el muro de ciertos aditamentos.
La cúspide desapareció hace tiempo,
sus paredes aún levantan quejas,
maldita intución de vísceras palpables,
sus ruidos atormetan, dilatan, elucubran,
derriten estamentos, allí, donde nada
es el todo y el todo el submundo,
el álgebra de la vida se esconde
delimitada por etéreos trampolines
de bajadas abismales...
Un corsario me abraza en su barco
de sueños y espadas abosorventes,
el tesoro nunca verá el futuro,
su isla es el subterráneo de la noche
acuosa, mendaz, rudimentaria,
la trampa de los inocentes creyentes,
el mandadero de Dios en la tierra,
la verdad y la mentira amigas,
el diablo que teje una telaraña
en la alcantarilla de sus dominios...
Acaso ya es tarde para remediar
ocultos énfasis de perdidas
majestuosas...
Acaso es muy temprano para que el reloj
del atardecer, me mire de reojo,
y me diga, que todo ha sido
simplemente, un gris entre tanto
medio despilfarrado.
Acaso.....