Amor, siempre nos amamos sin espina
con mucha claridad y total entrega,
hasta al corazón y alma llega,
nuestra noche junto, es purpurina.
Tú al mirarme mis deseos adivinas,
el candor de tu cuerpo no me niegas,
con savia renovada mi ser riegas
al saber de mi amor, nada mezquinas.
Tranquila mi hermosa criatura,
en tu ausencia la llama no se pierde,
por amarte así soy rama verde,
tú riegas con agua limpia y pura.
Para ti cálido soy, como un fiel leño,
pues niña, eres parte de mi sueño.
Autor: Alcibíades Noceda Medina