Si pudiera expresar rabia, en él ahogaría tristeza,
entonces el adiós no se bañaría ahora, en sal de mar,
pero mi corazón a pesar lastimado, solo sabe de franqueza,
lo atemoriza el odio, es que él solamente sabe amar.
Un día de tu mismo origen divino, me llenaste de alegría,
como lloviznas finas penetró en mí ser, tus palabras suave.
Sobre nuestro amor muerto blasfemar tu nombre no podría,
seguiré teniéndote en los sueños y serás mi altar de relieve.
Si en mi hay llama, únicamente es llama de amor,
sublima el sentimiento, también estalla en amargo llanto,
en llanto quedo sin furia, pues en mí no mora rencor,
solo que se niega algo en mí, perder tú cariño santo.
Eres y serás, en el recuerdo una luz, un candil de inocencia,
perdura en mí tu imagen, muchacha pechos de gorrión,
mientras vivo recalaras en la playa de mi reminiscencia,
pues, aun es dulce en mi boca, el agua de tu sublime amor.
Autor: Alcibíades Noceda Medina