Si me llamara la muerte,
si me llevara con ella,
si mis ojos se cerraran
y mi mente se durmiera,
si las manos me cruzaran
y un crucifijo entre ellas,
si mis labios ya no hablaran
ni el corazon me latiera
y el tibio calor que albergo
en hielo se convirtiera,
si de mi escapase el alma
como un preso de su celda.
Deja que descanse en paz,
ya da igual jergon que seda,
que ni tus lagrimas broten
ni a tu rostro asome pena
ni me cubras con mil flores,
ni en ataud te desprendas,
ni poses en mi tus labios
cuando mi piel no los sienta.
No intentes pagar en muerte
lo que en vida me debieras
que me tuviste a tu lado
sin apreciarme siquiera.
Alba Maria