¡Viejo barco!
En la lejanía del horizonte
que caminas solo hacia el abismo,
alimentándote de los recuerdos
que un joven, muy joven navegante,
te impregnó de proa a popa,
de babor a estribor
y hasta el extremo más alto de tus velas
que casi acarician el cielo.
Y vas cansado
por que tu bodega de amor anda llena;
tu tingladillo, tus garfios y tu ancla,
yacen carcomidos y oxidados
sobre el regazo de tu cubierta.
Cubierta que pisaron trozos de una vida,
de una vida muy pura,
tanto, cómo la juventud que la vestía,
o cómo las horas de felicidad y de tristeza
que sobre ti se quemaron.
¡Y es que tanta vida!
para tan corto tiempo,
llena de sentido una existencia.
¡OH, viejo barco!
Sé que tú nunca te hundirás y que seguirás navegando
por las aguas rojas del mar que llevo dentro,
por que eres el único que sabes de mi amor y mis amores
y sabes que nunca acabarán.
Mientras a flote, tú te halles
tras tu estela yo estaré
que más da, vivo o muerto,
¿Qué significado tiene cómo esté?
Lo importante es estar y sobretodo seguir,
y seguirte a ti…¡Viejo barco!