Al fin me encuentro con mi destino,
escudero de mi vida y de mi historia,
como dijo el caminante: no hay camino,
si no existe el recuerdo en la memoria.
No me importan las penurias ni el destierro,
ni el dolor del corazón en las derrotas,
que mis musas no me lloren en mi entierro,
que mi alma vuele alto cual gaviota.
Es mi amor una daga puntiaguda,
que se clava como el tallo de una rosa,
que navega por los mares de la duda,
y se guarda en su silencio tantas cosas.
Es la luna la que es y no se ha ido,
la que duerme en el templo de las sombras,
la que sueña con el ayer y lo vivido,
la que esconde en cada rayo al que la nombra.
24-01-2009
J.M.P.Poeta