El opaco laúd exhala el lamento
al yacer dormido en el terciopelo
de la oscura caja, que rehúsa con celo
la fuga de sones del dulce instrumento.
Tu retrato oval, enmarcado en caoba
se irradiaba en vida tras los ventanales, ahora sin luz, ni cánticos angelicales,
se ahoga en humedad de la vieja alcoba.
Bronce, alabastros y formas de mampostería
duermen olvidados en infructuosa espera,
de lejanas vivencias de muerta alegría.
Como el hombre, títere de imágenes ambiguas,
las obras de su mano tienen vida ligera,
y en solo segundos, se vuelven antiguas
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!