La niña quería volar,
entusiasmada, presa de los sueños
que la conquistaban,
...inocente y curiosa,
ansiaba ser como las aves que tanto admiraba.
En las noches, en sus sueños podía volar,
le invadía una sensación de libertad y seguridad...por eso, sentía deseos de hacerlo despierta, aunque todo le indicaba la realidad.
Entristecía porque nó podía volar
y cuando hablaba de su fantasía todos se reían,
pero nó sabían que alas, invisibles,
la niña tenía.
Crecía y aprendía cada vez más
que sus sueños eran fantasía y que sólo dormida
podía volar..
Poco a poquito aquellos sueños se alejaron
y otros, menos insistentes,
poco a poquito llegaron.
Su mentalidad crecía en sabiduría;
ahora podía vivir con alas reales.
Sus vuelos se convertían en vivencias,
lograba agitar sus alas y
vivir nuevas sensaciones.
Saboreaba su juventud y sonreía con frecuencia.
A su paso escogía sus opciones, todavía admiraba
el vuelo de las aves y su libertad.
Un día aquella niña, yá nó tan niña,
descubrió que podría hacer realidad
aquellos sueños de volar:
Surcaría un firmamento lleno
de oportunidades con sus posibilidades.
Con aquella sensación de libertad,
trazó una ruta en el horizonte...y la siguió...
entonces...desplegó sus alas y surcó los cielos
de palpables firmamentos...
Así fué que todos vieron que la niña
sí podía volar.