Una botella sostenía los crímenes,
de un pobre desdichado,
había sido la causante de sus desventuras,
y de sus amargos sinsabores.
El falso valor de su cobardía,
la afrenta y el dolor para su madre,
la raíz de su violencia,
el origen de sus incontables males,
que lo habían llevado a las cárceles,
y a los hospitales.
La deshonra para su familia, y la esclavitud
de su adolescencia, fue el verdadero peligro,
sólo le dejó la pobreza, y lo arrastró,
a la más profunda de las tristezas.
Ese mal venció su sana memoria,
produjo su ingratitud y remordimiento,
y en sus hijos temor y verguenza,
y para su esposa, el mayor tormento.
Sólo una botella de alcohol,
fue su mortal vicio,
que con paso triunfante
atravesó su mundo,
y que su falta de prudencia,
le hizo volver a tomar.
Lupercio de Providencia