Cortaste en dos, tajante a mi ciudad,
cual serpiente espolvoreada de luna,
resbalas en tu color aceituna
sobre la arena: blanca soledad.
a tu paso, zigzagueante y borracho,
calla el eucaliptus, calla la flor,
te vas abriendo paso entre el verdor
sembrado de aromos y de quebracho.
Mimado eres por el cansado sauce,
que en tu lomo crespo, de la baranca
rescata en sus manos la paja blanca
de algùn invierno que trae tu cauce.
Pequeña tu ola y circular se estrella
en tu barranca alta y desmoronada
y en la noche queda ahi sepultada
bajo la tosca sin rastros ni huellas.
Late en tu seno la vida escamada
de aletas y branquias: brillo y fortuna...
Recoge de tì sus polvos la luna
y caen del sol en la madrugada.