No me pidas, nunca, que te entienda ni tampoco que te perdone, que en tu espectro de cobardías me dolió mas la hipocresía, que todo aquello se supone fueron gotas de la mentira que urdiste para que no comprenda, que tal mención a tus contiendas eran costados de tu sabiduría, y de este modo yo no querría seguir tus falsas componendas, tal vez, el tiempo cure estas heridas o las ofrezca a otras prácticas prevendas y en cada mujer que mi cuerpo tenga dormirás en la piel como química mía, de ser posible la muerte, antes que poseída, tu alma resurgirá en praderas que en tí se extiendan, en cada sendero que te aprhenda en mis adentros dormida, cual una estrella que prenda tu hangar en mis felonías, porque este amor que hoy es venda mañana quitártela podría, y tarde te dieras cuenta que mi sentir no era hipocresía y que tuya fue la cobardía de no pedirme a tiempo que simplemente... te entienda!