No me pidas, nunca, que te entienda
ni tampoco que te perdone,
que en tu espectro de cobardías
me dolió mas la hipocresía,
que todo aquello se supone
fueron gotas de la mentira
que urdiste para que no comprenda,
que tal mención a tus contiendas
eran costados de tu sabiduría,
y de este modo yo no querría
seguir tus falsas componendas,
tal vez, el tiempo cure estas heridas
o las ofrezca a otras prácticas prevendas
y en cada mujer que mi cuerpo tenga
dormirás en la piel como química mía,
de ser posible la muerte, antes que poseída,
tu alma resurgirá en praderas
que en tí se extiendan,
en cada sendero que te aprhenda
en mis adentros dormida,
cual una estrella que prenda
tu hangar en mis felonías,
porque este amor que hoy es venda
mañana quitártela podría,
y tarde te dieras cuenta
que mi sentir no era hipocresía
y que tuya fue la cobardía
de no pedirme a tiempo
que simplemente... te entienda!