Soy amante y víctima de la mujer que me atraiga,
desconozco límites cuando me le empiezo a dar,
no hay una de ellas que me deje sin antes probar,
el poder que tiene mi boca una vez que la arraiga;
Simplemente, soy el mejor en aquel dichoso arte,
un dedo mío provoca en su piel un goce excitante
mientras las recorro completas, pero parte por parte,
causando pasiones en las de más tímido semblante.
Me he doctorado en la forma de volverlas locas,
conozco cada uno de los detalles que ellas adoran,
mi lengua ha estudiado las palabras que accionan
el suspiro fatal que hace sublimes sus lindas bocas.
Soy el amante imponderable que toda hembra quiere,
elegante al caminar de su brazo entre la multitud,
al que se le ruega después del amor que no se fuere
y el que sin dueña exclusiva anhela llegar al ataúd.
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