No me quedo otra opción
que recoger los restos de mi corazón
tirados en el salón,
la rabia, la impotencia, tu falta de conciencia
me gritaban a la cara que no era a mí a quien besabas,
era a quien traicionabas.
Y me di la vuelta e intente
fingir que nada pasaba
aunque muy adentro
las lagrimas me quemarán.
Te has preguntado como se te muere el alma
que de amar se van las ganas y no sabes encontrarlas,
no es el engaño lo que más te mata
sino el dolor de aceptar
que nunca nadie ocupará tu lugar.
No me quedo otra opción que regresar a casa,
sonreir cuando llegarás y mirar aquellos ojos,
esos ojos que ya no me aman, que solo me engañan.
Y te escuché y me entregue
por completo a tus palabras,
Y te creí, me convertí en complice
de tu traición porque callaba.