Juego con las palabras, las hago trizas,
las pateo, las mato, las resucito.
Las entierro, las saco de sus cenizas.
Soy silencio con ellas, con ellas grito.
Son humildes a veces. Son temerosas.
Otras veces morosas o se me niegan,
se me ocultan, se esconden las veleidosas;
es entonces cuando ellas conmigo juegan.
Van y vienen, se escapan y se regresan,
suben, bajan, sonríen, sufren, se gozan.
Cuando son agresivas, cómo nos pesan,
cuando son engañosas, cuánto destrozan.
Son así las palabras de madrugada,
como brisa aromada de flor y viento.
Son plegaria del alma conmocionada,
expresiones, ropajes del sentimiento.
Yo discuto con ellas, las zarandeo.
Las convoco, las uno, las amordazo.
Ellas son expresiones de mi deseo.
Son ardientes, fogosas cuando te abrazo.
Las palabras: ¡qué dulces cuando te nombran,
cuántas ínclitas notas en armonía.
Cuando son oportunas, cómo me asombran!
¡cómo llenan el alma de fantasía!
Leves son en mis labios, casi sin peso,
como copos de nieve cuando te olvido.
Una miel exquisita cuando te beso,
un puñal en la espalda, si me descuido.
Las palabras ¡Dios mío! Gracias por ellas,
las que inundan mis versos de sensaciones
y en mis noches oscuras son las estrellas,
las que son para todos mis bendiciones.
Heriberto Bravo Bravo SS.CC