Lágrimas, como el recuerdo de la noche y la partida,
como el vendaval dolido que se escucha en lejanía.
Oh naufrago desterrado en el olvido,
capitán de buque sin aspa, sin dominio,
temporal aciago en el vaivén de la marea,
velero alejándose sin despedida.
En tu recuerdo llevo aquel amor de furia,
el torrencial desvelo de volcanes,
la incontenible marea que cubría tus arenas,
la pasión de trueno: voraz, insaciable y desmedida.
Fue el amor como la gaviota que planea en la marea,
en cada gota de agua había un elixir y tus besos,
en cada brisa una caricia y tus besos.
El derrame en que incrustaba el corazón,
las noches de tu boca, de tu callada boca,
y tus besos que planeaban como la gaviota en la marea.
Y el temporal se vino y se fue en la marea,
se perdió en los horizontes desde el dique,
en el estuario frío del embarque y despedida.
Y las lágrimas brotaron como brota el día,
en aquel vació pozo, en aquel hundido barco,
en las noches de la letanía.
No se si el amor me llevó a la tristeza
o ese olvido en que trenzamos la resaca.
Aún hay lágrimas rodando, soplando viento arriba,
y una noche de partida que el recuerdo aviva.
Salvador Pliego