Con olor a muerte y destino macabro
luchas sin cuarteles ni espantos,
internas de un muro que a veces abro
ocre y ceniza, huesos y esperantos,
tiñe de sol-tarde, crepúsculos de nada
remolinos, calles, luces y barro,
rojo fémina en tu orgasmo de hada
shock y verdad, y en la piel...el cigarro!
Ay mi niña! sin pelos en el vientre
apenas vellos, que nacen en cautiverio
roja la vena, la naúsea y la mente
suave gemido que glorifican el misterio,
y en cada grito, en contados segundos,
en ese instante, de dolor y de llanto,
parecen mis ojos perderse en tus mundos
los tuyos responden sin mirarme tanto,
que vana costumbre de olvidar lo vivido
maldita memoria! que huyes del santo
sudario de espinas, haz cruz al olvido!
Dame la muerte! sin cuarteles ni espantos!