Tengo que amarte en el silencio de este cuarto,
a grito mudo, corazón, tengo que amarte,
amarte ciego, sin razón y sin medida,
y jugarme hasta la vida para amarte.
Tengo que amarte a distancia y cercanía,
con un grito en la garganta que se ahoga,
con la pálida sonrisa que renace,
y el inmenso despertar de mis entrañas.
Tengo que amarte, sin saber muy bien porqué,
sin mirar la luz intensa de esta aurora,
adorarte con mi rabia y mi desquicio,
mi desquicio, mi ansiedad y mi mirada.
Tengo que amarte corazón, esta ya dicho,
y dicho está también, que sin amarte,
me quiebro de ansiedad y de ironía,
en la profunda oscuridad del abandono