Silencioso y perturbante
el frio me aqueja,
olea una y otra vez el corazón
con una fuerza desbordante;
Rompe en matices el cuarzo
al revolcarlo solo en las arenas
de este mar ocre y nocturno,
junto al muelle de mi soledad.
La playa desierta, olvidada,
es el espejo que me mira,
me mira sabiendo que no me acompaña nadie
y que ni siquiera yo realmente existo.
Tu reflejo esta en este vació ciego,
se pierde antes de plasmarse en mis espejos
pues no se prescinden de las formas
cuando mis espejos miran hacia la nada.
Entre el cielo y el mar
existe un límite que no puedo palpar
no sé por cual me dejo llevar,
si en el mar reflejo del cielo
o en el cielo que no se puede sujetar;
Tal vez por eso estoy aquí
entre mi silueta y tu reflejo,
entre estos centímetros abismales que ay
entre mi cara, tu imagen y el mar.