Yo no me atrevería enamorarte
por el miedo de perder nuestra amistad,
y qué no haría, por saciar mi ansiedad,
contemplar tu rostro, por adorarte.
Dichoso seré, si pudiera guiarte
a toda hora, seguirte cual tu sombra,
cuando camine sea yo suave alfombra,
tu almohada, así tu rostro asirte.
Al leer mis versos, si sabe que eres
musa inspiradora, feliz yo fuera,
o sepas, que te deseo en mi vera.
Cuán feliz me harías, si supieras
que soy el hombre que te ama sin barreras,
en tus noches y en tus amaneceres.
Autor: Alcibíades Noceda Medina