Última Geografía del Viento

No pienso que mi sangre se archive en los tal vez,
ni que el miedo escriba epitafios en mi sombra.
Desentierro los y si que mordían mi infancia,
los siembro de rabia y sol en la grieta más honda.

Hay un mar en mis venas que rompe los tal vez,
un oleaje de huesos tallando su trinchera.
Cada quizá quemado es un paso en la nieve,
cada duda vencida, una luna entera.

Ya no temo a los espejos que gritan ¿y si acaso?
tejo con sus fragmentos un collar de huracanes.
Mi voz lleva cicatrices de todas las respuestas
que elegí pronunciar con los labios temblantes.

Cuando la noche cuente mis errores a los astros,
mostraré mis palomas heridas, sus alas rotas:
cada una fue un riesgo que tomé sin redes,
un vértigo de trigo madurando en la garganta.

No habrá museo de ausencias en mi costado izquierdo,
ni relojes detenidos llorando bifurcaciones.
Cultivo un huerto de síes con espinas y asombro,
riego con vino agrio las semillas del ahora.

Al final, cuando el tiempo me desnude de siglos,
no hallará calendarios vacíos entre mis dedos.
Solo este hueso errante que aprendió a ser camino,
y en sus grietas, el eco de todos los inviernos vencidos.