Sencilla, de corazón solitario, buscando amor.
Cristalina, pura, delicada, abierta al mundo.
Se encontraba junto a la mesa de canapés
con la vista puesta en el muchacho más encantador.
Tenía los ojos tristes. Y pensó: como yo.
Está sólo, también como yo
y necesita amor, como yo.
No podía haber dos amores más puros en la sala
y se dirigió hacia él, lo cogió de la mano y se pusieron a bailar.
Hace más de veinte años que no bailan como aquél día,
que no se miran a los ojos como aquél día
pero en cada momento de sus vidas se quieren
como en ese primer instante en que, cogidos de la mano,
empezó el amor para ellos.
Nunca habÃa leeido algo que me calara tan hondo el alma,escribes muy bello,además me identifico mucho con tu poema SIGE ASI!!!!!!!!!!!!!!!!!!