¿Es acaso el hombre
un ente supeditado
a las circunstancias temporales?
¿Es el hombre por casualidad,
un individuo esclavizado
a los infinitos modos de control temporal?
¿Quién dijo que el tiempo,
como sistema organizativo
tiene partida en el libre albedrío humano?
¿Quién veneraría en idólatra actitud
a un cronos entrometido
en las acciones de un ser llamado hombre?
¿Para qué controlar nuestras fuerzas,
si las energías sostienen
a espacios ilimitados de tiempo?
¿Para qué dejar nuestros impulsos
de libertad infinita
en un inútil tic tac cronométrico?
¿Qué te hizo hombre,
atarte con tus alardes de grandeza
a un simple instrumento con lengua de metal?
¿Qué te hizo marcar sólo doce pasos,
sin el espacio infinito de tu horizonte,
pudiste marcar miles?
¿Por qué la idea sin sentido,
de enmarcarte,
en tan mínimo caminar?
¿Por qué te ataste
a tres caminos, si al fin
conducen al mismo destino?
Dime, hombre,
¿vale la pena quedarte
en un círculo de sólo pasos?
Dime, hombre,
¿vale la pena encerrarte,
cuando pudiste romper todas las rutinas?