Cuando el alma se enamora,
no existen cadenas, no existen fronteras,
no existen dos.
Cuando el alma se enamora,
se conjuga el amor, se conjuga lo sencible, se conjuga lo ideal.
Cuando el alma se enamora,
no existen palabras, no existe lenguaje,
no existe el principio, no existe el final.
Sólo existen los sueños,
sólo existe la verdad,
sólo existe el contacto y la fidelidad.
Es la plenitud del encuentro,
es la salud del placer.
Es el toque sublime,
del deseo y el ser.
Es la armonía perfecta,
de lo espiritual y lo carnal.
Es el encuentro del ocaso,
con el nuevo amanecer.
Cuando el alma se enamora,
ya no queda lugar,
para la distancia y la espera,
sólo queda vivir
y encender la hoguera.