"EL CORRIDO DEL GRILLITO"
Salta que salta el grillito
miembro de grillil orquesta,
contento porque le han dicho
que mañana tienen fiesta.
Como él es el director
y es nuevo en esta experiencia,
tan luego se lo anunciaron
ya se paró de cabeza.
Corrió por su traje blanco,
se fue a lavar la tristeza;
compró un perfume del caro
y una loción de la buena.
Revisó bien sus zapatos
de charol y sus antenas
y luego vi cómo entraba
a la más cercana tienda.
Adquirió un afinador
y corrió por la maleza;
entre ranas y rumores
iba brincando las cercas.
No le importaban las burlas
de hormigas y comadrejas,
ni los chismes de polillas,
sobre todo las más viejas.
Le fue a contar a su madre
y a su novia la grillesa,
y en apenas un instante
ya estaba en su casa nueva.
Pulsó con tiento el violín,
tensó con tacto las cuerdas,
robó las primeras notas
antes que el sol se escondiera.
Aquella noche soñó
que él era el rey de la tierra
y que a todos dirigía
desde la más alta estrella.
Se soñó entre aclamaciones,
aplausos, porras y endechas
que sumisas le rendían
dos mil voces vocingleras.
No bien se hubo despertado
que llamaron a su puerta,
para decirle que hallaron
a su noviecita muerta.
Loco de angustia escapó
corriendo por la maleza.
Se olvidó de sus zapatos
y se fue a campo traviesa.
Iba vertiendo mil lágrimas
de amargura y de tristeza,
las cuales se evaporaban
en los riscos y en las cercas.
Varios grillos, familiares
de la difunta grillesa,
iban a los funerales
cantando elegías huecas.
Los más viejos entonaban
cantares de antiguas épocas,
mientras los más pequeñines
saltaban entre las hierba.
El grillito ya no quiere
ser director de la oquesta,
ni ser de la tierra el rey,
sólo quiere a su grillesa.
Desde que la sepultaron,
rompió su violin y cuentan
que se retiró al desierto
a morirse con sus penas...
Heriberto Bravo Bravo SS.CC (Derechos reservados)