Cansada de la rutina
De la sala a la cocina,
Dirigió sus pasos hacia la vereda
Y salió sin rumbo, esa noche negra.
El se había marchado
Como cada atardecer,
Luego de unos gritos
Y un golpe de puerta
Que la hacia estremecer.
Miró sus cabellos reflejados en la vidriera,
Acomodó sus rulos con las manos,
Limpió el maquillaje de lágrimas negras,
Y mordió sus mejillas con los dedos.
Se aliso el vestido
Y limpió sus zapatos rojos
Con el pañuelo
Humedecido por el llanto.
No tenía ningún plan, ninguna idea,
Solo quería salir y escapar de esa noche negra.
El le había pegado, como tantas veces,
Sin razón valedera, sin motivo aparente.
Entre luces de colores,
Los zapatos rojos,
Se alejan por la vereda,
Cargando de un lado la pena
Y del otro una naciente vida nueva.
Danzan rojos zapatos
En las esquinas, en las veredas,
En las plazas y en los bares…
Pero nadie sabe
Que danza en su alma
Aquella oscura noche negra.
Noche de gritos, noche que se quiebra,
Entre el amor perdido y la vereda
Rosagranaina
2/3/2007