¡Cómo me amaba Mi Perro!
Mi Perro, ¡cómo me amaba!
En un trocito de carne
¡Qué inmenso Amor que guardaba!
¡Qué brincos que daba al verme
Cuando volvía a mi casa,
Tras varios días de ausencia
Y de espera ilusionada!
¡Cómo agitaba su rabo;
Cómo de gozo exultaba,
Mientras alrededor mío
Vueltas y más vueltas daba,
Como queriendo cercarme
Para que no me escapara!.
Sus lamidos eran besos
De Amante que no se sacia.
Sentía sus sentimientos
Y su gloria desbordada,
Y, contagiado de ellos,
Su lomo le acariciaba
Para, así, poder pagarle
Tanto Amor como me daba.
Sus bulliciosos ladridos
Su loco Amor me gritaban.
Sus bulliciosos ladridos
Valían por mil palabras.
En ellos no había engaño,
Sólo verdad limpia y clara.
En ellos no había engaño.
¡Sólo engañan los que hablan!
Como os lo digo, lo siento:
¡Quedaos con vuestras Palabras!
Cos sus Ladridos me quedo,
Resonándome en el Alma.
Hasta Ti, Señor, me elevo
Y desde el fondo del Alma
Me brotan estas Palabras
Que en mi boca a Amor me saben,
Pues van a Ti destinadas:
Si por Amor nos creaste.
Si sólo Amor nos reclamas,
¡Cuánto diera por amarte
Como Mi Perro me amaba!
Por tenerme y no dejarme
Cuanto tenía, dejaba.
Me seguía a todas partes
Y jamás me abandonaba.
Yo para él lo era todo.
Todo por mí despreciaba.
Aunque Mi Perro ya ha muerto
Yo nunca podré olvidarlo.
Déjame que al recordarlo
Te siga, Señor, diciendo:
De Ti ya he hecho Mi Amo.
Haz de mi, Señor, Tu Perro.
Si el Amor salta hasta El Cielo
Y encuentra en El Su Morada,
Señor, cuando al Cielo vaya
Espero verle a Mi Perro.