Dicen que los grandes están en contra mía,
los cuasi Dioses así se nombraron,
yo ni me enteré de la hora y del día,
ellos decidieron, a mí ni me buscaron.
Cada que vez que hago algo ponen una luz roja,
sé que no puedo volar, pero a diario lo intento,
no se dieron cuenta que tienen una pata coja,
pues carecen de nombre, apellido y sentimiento.
Los golpes me los llevo yo, todos directitos,
será que yo siempre doy la cara,
mis mejores deseos y que sean infinitos,
mi respuesta para ellos, y aunque suene rara.
Yo nunca aprendo de palabras malintencionadas,
disfrazadas de esa estúpida buena voluntad,
sigo y seguiré siendo un necio de verdad,
no me importa si sus bocas no se quedan calladas.
Seguiré con mi penar y mis intentos de volar,
amaré a mi manera, y lo mismo que lo demás,
lo necio jamás se me ha de quitar,
aunque en el intento la nariz me tenga que quebrar.